La transformación de Rebeca no fue nada fácil. Comenzamos con un cambio muy radical de mentalidad. Mucho trabajo psicológico para poder introducir los primeros hábitos saludables e ir eliminando los malos. Un cambio, de cualquier índole, cuanto más brusco sea, más insostenible se hace; por lo que, al igual que el surco de un río, no puedes parar de un día para otro lo que lleva pasando por ahí años. Extrapolado al proceso de mejoría de la condición física, no podemos eliminar de golpe un hábito que lleva años con la persona, por muy malo que sea, si lo que queremos es lograr un cambio sostenible a largo plazo.
Una vez afianzado este paso, empezamos a prescribir todo con mayor precisión, puesto que su cuerpo y su mente estaban preparados para sacarle provecho. Meses y meses de trabajo y sin privarnos nunca de nada han hecho que devuelvan al cuerpo de Rebeca los parámetros para los que está codificado genéticamente. ¡Enhorabuena por el cambio!